Largo de Nossa Senhora da Nazaré
Una curiosa leyenda atribuye el nombre de Nazaré a una estatua de la Virgen María traída desde Nazareth, en Tierra Santa, por un monje griego hasta el monasterio español de Cauliniana, cerca de Mérida, en el siglo IV.
En el siglo VIII llegó al Monasterio el fugitivo Rey Rodrigo, último rey godo de la Península Ibérica, tras su derrota ante los moros en Guadalete. En el Monasterio encontró a Fray Romano, quien lo acompañó en su huida, trayendo con ellos la estatua de la Virgen y un cofre con las reliquias de San Blas y San Bartolomé. Antes de su muerte, el fraile escondió la estatua dentro de una gruta en el promontorio de Sítio, donde permaneció olvidada durante 4 siglos, hasta que fue descubierta por unos pastores que comenzaron a adorarla.
Cuenta la leyenda que el Alcalde del castillo de Porto de Mós, D. Fuas Roupinho, estaba cazando en estas tierras, una mañana brumosa de septiembre de 1182, cuando, persiguiendo un hermoso ciervo, el animal desapareció repentinamente por el borde del acantilado. Consciente del peligro que se avecinaba, el noble invocó la protección de la Virgen de Nazaré e inmediatamente el caballo se detuvo, salvando la vida del caballero.
En acción de gracias, el noble ordenó que se construyera la pequeña Capilla de la Memoria en aquél lugar.
Adorada desde entonces, la estatua de la Virgen probablemente habrá dado origen al nombre del lugar: Sítio de Nuestra Señora de Nazareth.
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